FISIOPATOLOGÍA (ecandemooorrr... jaaaarl!)
El nombre ya lo dice todo. Fisio, y patos. No, no pueden ser nada bueno estas dos cosas mezcladas, pero de hecho, creo que esta va a ser la asignatura estrella del semestre (aparte de Microbiología II, pero esta es porque el profesor habla como Bono, no me refiero al de U2, si no al “nuestro”, y además nos relacionó los mitocondrios con los midiclorianos de Star Wars).
No se que tendría en la cabeza cuando pensé, y hasta afirmé, que Parasitología era la peor asignatura de la carrera para la gente hipocondríaca. Total, ahí la mayoría de bichos graves vivían en los trópicos, y los casos más generales que nos podían afectar a nosotros eran piojos, ladillas o lombrices intestinales (después de trabajar medio año en la farmacia he visto, asombrada, lo comunes que son también las terceras). Pero, ah, amiguitos, joder con la fisiopatología. Llevamos una semana y poco de clases y ya estamos todas palpándonos las tetas en busca de bultos. Incluso los tíos, porque resulta que de cada 100 casos de cáncer de mama, uno es masculino. Pero vamos, yo no tengo próstata, y aún así me retuerzo cada vez que la profe cuenta, con TODO lujo de detalles, los síntomas y complicaciones de la tan habitual hipertrofia benigna.
Por no hablar de las maravillosas transparencias que proyecta en la clase, que hasta nos las cuelga a todo color en la web para que las podamos disfrutar en nuestras noches de soledad. Si es que sabe que somos todos unos pajeros enfermos, vamos. (aquí y aquí tienen un par de muestra, para morbosos y gente en general que no sepan interpretar fotos de endoscopias. Sensiblotes y moralistas absténganse)