Perdona... ¿Hola?
Bien. Allá va otra entrada de la categoria “iniciemos categorias que nunca llegarán a tener más de un post”.
El Chico de los Rizos y sus amigos tienen una muletilla bastante graciosa que se me ha terminado pegando. Cuando alguien dice alguna ida de olla o incongruencia así despreocupadamente, responden algo como “Perdona… ¿Hola?” Dicho el perdona con moderado tonillo repelente, y el hola completamente lleno de incredulidad. Lo he terminado adoptando, porque de hecho yo soy como una de esas pizarras blancas que hay por las aulas vacías de las academias de idiomas. Ya saben, en el cole hay como cierta compostura (a veces) pero en las academias de idiomas, los alumnos, que saben que van ahí pagando porque les da la gana, son conscientes de que tienen cierto derecho a darse gustitos como, digamos, entrar en una aula vacía (suele ser mas habitual encontrar aulas vacías en las academias de idiomas por cosas de esas de horarios repartidos), y poner su granito de arena en la maravillosa pizarra blanca, con esos retuladores tan esnifables, ya sea una firmita, ya sea un dibujo de un miembro, ya sea un hola. El caso es que servidora fagocita cualquier frase tontuna, cualquier tonillo, o cualquier gestito que acompañe el tonillo, para hacersela suya, de manera que termino hablando bastante igual que con quién vaya, llegando a veces a hacer mezclas asi un poco peligrosas. También es culpa de que la gente me ría las gracias y algunas de estas sean imitar a la gente. Como los críos, vamos, que si doy risa hablando como X, termino gastando el chiste consiguiendo que termine siendo mi forma de hablar.
Esto era la introducción inauguratoria de la sección “Perdona… ¿Hola?” Que ya he dicho que posiblemente no tenga más que este post, por eso lo alargo tanto. Si les parece largo, quéndense aquí, y dentro de tres semanas, cuando no haya escrito nada nuevo todavía, se lo terminan :D
Ah, por si quedan dudas, la sección es sobre anecdotas en las que me he quedado flipando con alguien y he tenido ganas de decirle (o le he dicho): “Perdona… ¿Hola?”
El “Perdona… ¿Hola?” de hoy ha sucedido en esa nuestra farmacia tan odiada y tan amada, bueno, no, mas odiada que amada, pero que al fin y al cabo me proporciona dinero para gastarme en putos, colonias (dios, si, me compré una colonia!!), al final de una jornada que si bien no ha tenido mucho mas intringulis que las demás, se ha caracterizado por tener el grueso de gente, la concentración critica hacia el final de la misma, momento donde han tenido lugar los hechos.
La cola del final del día era monumental. Con las colas largas siempre me sorprendo de lo que piden los clientes, porque a veces realmente me planteo si vale la pena esperar veinte minutos de tu vida para comprar unos tapones para los oidos, o una crema para las picaduras de los mosquitos, que después de todos, se van solas.
La señora en cuestión, una ecuatoriana de unos… no llegaría a los treina supongo, me vino hablando bajito, como hacen normalmente los ecuatorianos. No tengo nada en contra de la gente que habla bajito, pero si esta la tienda llena, dificulta un poco mi trabajo no escuchar lo que piden.
- Perdone…
- Dígame?
- PERDONE…
- Si, diga.
- Aquí tienen doctor?
Miré con cierta cara de pasmo, planteándome si tenía que ser borde o no, porque a veces me apetece mucho ser borde con la gente.
- Realmente no, esto es una farmacia, hay farmaceuticos.
- Ah…. –mirada al infinito.
Silencio.
-Necesita ud atención médica? Se encuentra mal?
Silencio. Más mirada al infinito.
- No bueno, si, esta mañana… me… levanté… con un dolor en el costado.
Por primera y unica vez se toca un poco el costado.
- Ah, pero que tipo de dolor? Se nota el abdomen hinchado? Muy duro quizás? –he de decir que siempre pienso lo peor y me daba miedo que tuviera apendicitis.
Silencio.
- Quizas un poco hinchado –repito, no se tocó el abdomen para asegurarse si estaba duro o no.
- Le duele mucho?
Mal por mi parte, NUNCA hay que darle ideas a la gente. Si les duele mucho ya me lo dirán. Si no les duele mucho pero les sugiero que cabe la posibilidad que les duela mucho y asi consigan mejor droga, me dirán que les duele mucho.
- Si… MUCHO. –un poco de cara de dolor.
Silencio. La gente de la cola que estaba cerca miraban. Me planteé si realmente estaba en mi mano la solución a su problema, porque realmente todavía no me había pedido solución. Quizás estaba tan segura que necesitaba un medico, porque el dolor era en fuerte (aunque no hacía especialmente cara de desesperación) que no consideraba la opción de pedirme algun medicamento. Había que tomar alguna decisión porque realmente la cosa era un poco conversa de besugos.
- Pero a ver –poniéndome algo más seria-, necesita ud ir al médico? O quiere que le dé algo…?
Silencio.
Silencio y mirada al infinito.
- Verá…
- Dígame…
- Es que yo lo que necesitaba era un justificante para el trabajo, porque no he ido.
Me quedé congelada mirándola. Debió de ser una mirada algo terrible, porque mis compañeras luego me preguntaron que qué me pasaba con esa señora, porque me habia “quedado congelada” delante de ella. Aquí es dónde le iba a decir “PERDONA…. ¿HOLA?”. Pero no se lo dije, porque aunque sea una clienta con tan poca pinta de consumir como era ella, todos son clientes potenciales en un momento u otro y no hay que perder ventas por una cuestión de que la señora tenga un morro que se lo pisa.
- Me temo que aquí no hacemos ese tipo de cosas.
- Ya… vale.
Y se fue. Sin pedir nada para el dolor, bajo mi mirada estupefacta y atónita.